SEGUNDA
PARTE
¿Qué es
la anorexia nerviosa?
Los anoréxicos,
por lo general, saben mucho de nutrición, leen bastante sobre el tema y saben
perfectamente cuáles alimentos engordan más que otros, cuántas calorías
ingieren con cada alimento, cuales son las proporciones indicadas para
adelgazar, etc.
Es importante
anotar que las personas que tienen anorexia, bulimia o trastornos por atracones
pueden a veces presentar una comorbilidad, es decir, desarrollar otra u otras
enfermedades psiquiátricas al tiempo, por ejemplo un trastorno de ansiedad
(trastorno obsesivo compulsivo) o un trastorno afectivo (como una depresión). No
necesariamente todas las personas que padecen un trastorno de comportamiento
alimenticio presentan también las otras enfermedades, aunque sí es común.
Esto quiere
decir, por ejemplo, que la obsesión que estas personas tienen por la comida
podría constituirse en una problemática extra. Es decir, en otra enfermedad
además de la anorexia. La autoestima de los anoréxicos es muy baja. El concepto
que tienen de sí mismos depende mucho de la opinión de los demás. Es muy común
encontrar a los anoréxicos preguntándole a otros sobre su apariencia física:
cómo se ven, cómo lucen, si están bien de peso, etc. Sin embargo, hay un
momento en el desarrollo de la
enfermedad en el que las personas con anorexia comienzan a aislarse
socialmente. Esto se debe a varias razones: sienten vergüenza de sí mismos, de
su cuerpo. Sienten mucha ansiedad frente a la comida, están irritables, por lo
general de mal genio, y se vuelven un poco intolerantes con los demás.
También,
los anoréxicos pueden hacer de la preparación de sus alimentos todo un ritual. Por
ejemplo, podrían limpiar perfectamente de grasa las carnes, cortar porciones
milimétricamente porque no deben comer más de la cuenta o esconder los
alimentos así no se los vayan a comer. Son muchas maneras en que esto se
presenta. Parecerá absurdo, pero a muchos anoréxicos le encanta cocinar. Suelen
preparar comidas apetitosas para los demás, se empeñan en que otros las prueben
y se las coman, pero ellos no.
Cuando la
enfermedad se torna más crítica, las mujeres dejan de menstruar y los hombres
pierden el deseo sexual. Muchos pacientes se vuelven hiperactivos, niegan la
fatiga y comienzan a hacer ejercicio compulsivamente. A medida que la
enfermedad avanza, estas personas se tornan depresivas, irritables, muestran
fluctuaciones drásticas en su estado de ánimo. Se convierten en seres muy
contradictorias: aparentan una cosa y por dentro sienten otra. Por lo general,
tienen problemas para expresar sus sentimientos.
Las personas
que tienen anorexia se sienten orgullosas de su condición. Para ellas es un
gran logro estar delgadas y poder controlar los alimentos que ingieren. Por eso
no piden ayuda y se niegan rotundamente a ser atendidas y a comer. Son completamente
reacias a admitir que tienen una enfermedad. Precisamente por esto lo padres y
amigos deben insistirles en que busquen el tratamiento indicado. Si los padres
o las personas cercanas no son los que se dan cuenta de que la persona tiene
una enfermedad y la ayudan a buscar un tratamiento, es difícil que de ella
misma surja el deseo de buscar asistencia profesional.
La anorexia
nerviosa es una enfermedad seria y muy grave que no debe ser tomada a la
ligera. No es raro escuchar a personas con sobrepeso decir que desearían tener
anorexia nerviosa para adelgazar. Esta enfermedad no es un chiste, ni un
capricho de la persona. Es una dolencia peligrosa que no debe pasar
desapercibida. Actualmente, un porcentaje de las personas que tienen anorexia
nerviosa mueren debido a las graves alteraciones que sufre el organismo.
La anorexia
nerviosa, como ya se mencionó, no es una enfermedad sencilla. Es una enfermedad
donde confluyen muchas disfunciones de factores psicológicos, biológicos y
socioculturales, que, como un volcán, hacen erupción en la anorexia. De ahí su
complejidad para poder llegar a manejarla.
Cuando a
una persona se le diagnostica anorexia nerviosa no debe pensar: “Listo, ya sé
lo que tengo. Ahora ya me curo”. No. Llegar a manejar el trastorno es un
trabajo dispendioso que toma tiempo – hay personas que requieren tratamiento
por varios años y supervisión continua por el resto de su vida –. Ésta es una
enfermedad que requiere esfuerzo y constancia para controlarla. Además, por lo
general las recaídas son frecuentes, de ahí que sea necesario mantenerse alerta
incluso después de haber terminado el tratamiento.
GÁFARO Alejandra, Anorexia y Bulimia, Ed. Norma,
Colombia, 2001.
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