Estas son algunas claves
que te ayudarán a prevenir la anorexia en tus hijos o familiares de corta edad:
-Enseñar a los niños desde
pequeños, tanto en casa como en la escuela, la importancia de unos correctos
hábitos alimenticios.
-Comer en familia siempre
que sea posible, convirtiendo el momento de la comida en una reunión agradable
en la que se intercambian las vivencias del día.
-Los menús deben ser
variados e incluir todos los tipos de alimentos necesarios para una correcta
nutrición.
-Salvo que existan razones
de salud, no se deben excluir alimentos de la dieta del niño, pues todos son
necesarios en su justa medida, aunque sí se debe limitar el consumo de dulces y
postres industriales, sustituyéndolos, en la medida de lo posible, por otros
hechos en casa.
-Probar con distintas verduras
y frutas hasta encontrar las que más le agraden. Aunque no le guste la
coliflor, puede que le encanten las espinacas.
-Establecer horarios de
comida regulares. Mejor si la comida se reparte en cuatro o cinco tomas a lo
largo del día (desayuno, almuerzo, comida, merienda y cena).
-Fomentar su autoestima. Es
importante que conozca sus capacidades y limitaciones, y aprenda a sentirse a
gusto consigo mismo. Esto evitará futuros complejos.
-Reforzar su autonomía y
estimularle para que tenga sus propias opiniones y resulte menos vulnerable a
los mensajes de los medios de comunicación y la publicidad que transmiten la
idea de que tener un cuerpo perfecto es sinónimo de éxito y felicidad,
olvidando los valores de las personas.
-Comentar con el niño estos
mensajes sobre estética y alimentación que difunden los medios de comunicación,
razonando lo que es cierto y lo que no, y enseñándole a valorar la salud por
encima de los condicionamientos estéticos.
-No proponerle metas, ni
académicas ni deportivas, que superen sus capacidades, para evitar
frustraciones.
-Animarle a practicar
ejercicio con regularidad. Es bueno para su salud y le ayudará a mantenerse en
forma.
-Facilitar sus relaciones
sociales y su participación en actividades extraescolares, excursiones, visitas
culturales programadas por el colegio, etc. Si se siente integrado socialmente,
es difícil que al crecer piense que le van a rechazar por no cumplir unos
cánones de belleza concretos.
-Establecer una buena
comunicación dentro del ámbito familiar, para que el niño se sienta seguro, y
sea capaz de buscar el consejo y la ayuda de su propia familia cuando se
enfrente a situaciones que le resulten difíciles o estresantes.
-La mayoría de los casos de
anorexia se dan en mujeres con edades comprendidas entre los 14 y los 18 años.
Jóvenes que han recibido un falso
mensaje que ensalza la delgadez como la representación del éxito, la felicidad,
lo correcto y lo natural. El deseo de cambiar el aspecto físico no implica que
se padezca una enfermedad mental, pero sí incrementa las posibilidades de
desarrollar un trastorno alimentario cuando se convierte en una obsesión y se
adoptan conductas inapropiadas. La adolescencia es una etapa especialmente
vulnerable porque la personalidad no está suficientemente formada, de ahí la
importancia de establecer programas de prevención de la anorexia, para evitar
el desarrollo de este y otros trastornos alimentarios.
-Los educadores en contacto
con adolescentes juegan un papel muy importante en la detección precoz de los
trastornos alimentarios, y deben avisar a los familiares si observan
alteraciones emocionales o cambios en el comportamiento o el aspecto físico de
los jóvenes.
-Si el joven necesita
perder peso por motivos de salud, debe hacerlo siempre bajo control médico y
con el conocimiento de los padres. Si estos observan que el deseo de perder
peso está injustificado, o que el joven empieza a reducir sin motivo la
cantidad de comida, deben consultar inmediatamente con un especialista.
-Los familiares deben
evitar hacer comentarios despectivos sobre el aspecto físico de otras personas.
Se puede criticar una mala acción o el mal carácter de alguien, pero no
burlarse de su fealdad o gordura.
-En esta misma línea, se
debe enseñar al adolescente a valorar las virtudes de los otros en vez de
juzgarlos por su aspecto físico.
-Favorecer la integración y
convivencia entre personas procedentes de distintos ámbitos sociales y
culturales, ayuda al adolescente a comprender que ser diferente no significa
ser peor ni mejor.
-Potenciar su autoestima
para que valore sus cualidades y capacidades y no se avergüence de sus
limitaciones.
-Un ambiente familiar
positivo, sin caer en la sobreprotección, proporcionará al adolescente la
seguridad y el apoyo necesarios para superar sus problemas.
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